Por: Paulin Polanco Fontalvo
Los métodos estadísticos que se
han desarrollado, han aportado diferentes procesos lógico-matemáticos que
permiten reconocer la veracidad de una hipótesis, al momento de analizar cualquier fenómeno. Estos
mecanismos han permitido a los científicos, desarrollar pruebas desde un punto
de vista que puede ser objetivo o subjetivo, dependiendo de si el conocimiento
previo obedece a un conocimiento empírico o no. Sin embargo, ¿qué tan válidos
pueden ser los métodos aplicados?, ¿Cómo se puede reconocer que la selección
y/o diseño del método para probar una hipótesis, está correctamente
estructurado?, Para esto diferentes escuelas filosóficas han desarrollado una
serie de mecanismos, basados en la probabilidad de ocurrencia de una hipótesis
y la capacidad de que pueda ser probada dada la evidencia disponible.
A la luz de la inferencia
Bayesiana, el teorema de Bayes implica una serie de conocimientos empíricos previos,
a los cuales se le asigna una probabilidad. Estos están sujetos a un análisis
lógico probatorio, que permitiría aumentar o disminuir la probabilidad posterior
de que ocurra un evento, permitiendo comprobar o no una hipótesis. Los
Bayesianos, tienen en cuenta como evidencia los eventos que serían considerados
por los Frecuentistas como “error”. Es decir, desde el punto de vista
Frecuentista, una serie de conocimientos empíricos explican y comprueban una
hipótesis, dada de repetitividad con la que se presenta dicho fenómeno. Estos
no realizan un análisis lógico para tomar una probabilidad posterior. Es sí o
no, mas no es 80 % si o 20 % no. En cierta medida descarta las probabilidades
de que el fenómeno en cuestión no ocurra, frente a diferentes circunstancias.
Por otro lado, se reconoce que una
hipótesis analizada científicamente no puede tener un 100% de probabilidad de
ocurrencia. Dado que bajo ciertas circunstancias, ésta puede tener un
comportamiento diferente. Para solucionar esto, se le han asignado valores de
confianza, que dependen de la veracidad con que se analizan datos para probar
una hipótesis. Esto resulta ser muy importante, debido a que un valor de
confianza muy alto da como resultado un análisis más real y preciso que no
depende de la probabilidad de ocurrencia. Sin embargo teniendo en cuenta la
reincidencia de eventos, se le asigna una probabilidad máxima de ocurrencia
respecto a la proporción de eventos.
En este sentido, si se aplican los
conceptos bayesianos de análisis probabilísticos a una población o una
comunidad de especies, se puede deducir que aunque existe un conocimiento
previo que le da un valor de probabilidad a
priori a un evento biológico cualquiera, este no determina que sea la
probabilidad a posteriori universal de
dicho evento. Por esto, se hace necesario analizar, proponer y probar modelos
matemáticos de diferentes corrientes filosóficas, que se ajusten a las
condiciones de las hipótesis a comprobar. No obstante, se han desarrollado
también modelos “falsos” que idealizan y ajustan las condiciones de dicho
evento, asumiendo que no hay error y así comparar que tan alejado se encuentra
la hipótesis a probar en la realidad, con respecto al ideal. Comparando de esta
manera teorías alternativas que permiten entender, por ejemplo, el
comportamiento de las especies bajo determinadas circunstancias. Ahora bien, entre
más se recopile información respecto a un supuesto en particular, se puede
entender mejor el funcionamiento del mismo y las probabilidades de que una
hipótesis pueda ser probada en torno a este.
Por lo anterior, se recomienda
que al momento de probar una hipótesis,
su metodología pueda ser replicada más allá de los resultados que se puedan obtener
en un solo ejercicio. Ya que cada circunstancia puede tener un contexto azaroso
que afecta el resultado, rechazando lo que en otro entorno pudiera ser
probado. Un ejemplo de esto se puede
observar en la diversidad genética de una especie en particular. Dadas las
condiciones ambientales a las que pueda estar sometida determinada población,
puede arrojar unos valores que difieren con respecto a otra población de la
misma especie, que si bien estaría sujeto a su contexto ambiental, no se
descarta que sea una característica de la especie como tal y no presentar
varianza indistintamente del lugar donde se encuentre.
Por lo tanto, más allá de
establecer la veracidad de una hipótesis, es muy importante determinar una
metodología confiable y la selección de un modelo que pueda explicar claramente
un escenario, tomando puntos de comparación entre “lo que es” y “lo que debería
ser”, que pueda ser replicado dadas las circunstancias del mismo. Como ocurre
con algunos procesos evolutivos, que por azar pueden generar la fijación o no
de un alelo en una población y que esta probabilidad de fijarse en una
población, aumenta o disminuye cuando se suman mecanismos evolutivos tales como
la selección natural, flujo génico o una deriva génica.
Finalmente, se debe recurrir a la
toma de datos para poder poner a prueba uno o varios modelos que expliquen una
hipótesis. Para esto, se toma como referencia una hipótesis alternativa, que
permita explicar teorías frente a un fenómeno en particular, que adicional a
esto, también permita hacer predicciones acertadas sobre el comportamiento del
mismo. Volviendo al caso de los alelos, los análisis probabilísticos de este tipo, ayudan a entender como los
mecanismos evolutivos influyen sobre la fijación de alelos en una población, que
a futuro permite tomar decisiones para afrontar y solucionar problemas.
Sober,
E. (2008). Evidence and evolution, Capítulo I: Evidence. Nueva York:
Cambridge University Press.
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